MOTEL MILLA NOVENTA
- Xenìa - Nostos -
El DESVELO Ediciones, 2024
Colección Última Thule. 200 páginas
Ilustración portada: Victoria O´May
MOTEL MILLA NOVENTA compone un díptico, XENÍA y NOSTOS, sobre la interiorización de lo eterno y lo efímero. Dos voces en diálogo ensimismado rastrean los significados del amor, la realidad y el desarraigo. Dudan del instrumento con el que cuentan para este rastreo: la palabra.
XENÍA es el término griego que define el concepto de HOSPITALIDAD. NOSTOS es el correspondiente al concepto NOSTALGIA. Dos nociones que determinan el proceder de Calipso y Ulises en la Odisea homérica. La ninfa solitaria que da alimento, cobijo y entretenimiento al héroe errante. El hombre que renuncia a ser dios por su deseo de regresar a Ítaca.
Un camionero y una meretriz de motel como encarnación contemporánea de Ulises y Calipso. La mirada líquida de un nómada que se mueve como rata por los territorios de la multiculturalidad y la mirada introspectiva de una mujer asomada a la ventana, viendo pasar las siluetas como en un teatro de sombras mientras corren las lunas y los soles a cámara ultrarrápida.
El nauta melancólico y la diosa magnánima. El náufrago y la cautiva en una isla ceñida por el mar. Dos mitos clásicos reviven en la ninfa de motel -cuyo cuerpo ofrece, pero a nadie le vende su alma, su escéptica fidelidad- y en el intrépido navegante de las autopistas, capitán sin tripulación que visita áreas de servicio, gasolineras y moteles, sin apenas rozar la piel de las ciudades.
Sabemos de los viajes de Ulises, de sus aventuras y fantasías, pero quién podría negar que Calipso viajó más allá de Ogigia, observando los universos desde su atalaya. En Xenía, la escritura de ella se dilata como el horizonte, en una plegaria lúcida y ácida por la pérdida de su amado y la recuperación de su poder. Vertebran el índice del poemario las horas litúrgicas y se asienta su discurso sobre tres conceptos: Epifanía, Rendición y Resurrección.
En Nostos, la escritura de él discurre en vertical, como las líneas de la carretera, sobre un paisaje definido en prosa poética. El camionero debe seguir la línea discontinua de su destino. Con la prudencia de quien sabiéndose frágil debe representar al héroe, entona un canto agridulce y libertario de amor y extrañamiento, una canción pirata culterana, con la voz melancólica de quien se hunde en un mar de alcohol mientras regresa a su Ítaca.
Longitud y latitud marcan las coordenadas de su encuentro en el Motel Milla Noventa, representación de la paradisíaca morada de la ninfa.
Presentación en Castellón con ROSA LENTINI
En DIARIO DE NOTICIAS de Álava
En el blog de ÁGORA (Fulgencio Martínez)
Presentación, acompañada del poeta Kepa Murua
-------------------------------------------------------
EN EL PARQUE DE LAS JACARANDAS
-Palabras de Agu Owosa para Kormákr Ögmundarson-
XXXIII Premio JUAN BERNIER de Poesía del Ateneo de Córdoba
Ed. Ateneo de Córdoba 2017Ayuntamiento de Córdoba
33 páginas.
Ilustración portada: Victoria O´May
Cuarta Edición:
Escribí este
libro hablando en voz baja sobre las edades, que siempre son transparentes e
intercambiables. No concibo la edad como un compartimento estanco y como un
tópico. Son capas que se sobreponen como el ámbar, como el metacrilato o el
barniz, dejando ver lo que hay debajo. Escribí, por lo tanto, lo que se salva a
lo largo de las edades. Y lo que se salva es lo que te asombró y emocionó, lo
que fue un milagro. Escribí lo que se queda dentro archivado, acumulado y
salvado: lo asombroso, lo emocionante y lo milagroso de una larga relación.
Por eso hay
que leer este libro tranquilos, acariciar su pequeño lomo. Sacarlo de la
librería como se saca a un bebé de su cuna. Me gustaría compartir estos poemas
como si estuviéramos tumbados bocarriba sobre la hierba, debajo de un árbol,
una jacaranda, escuchando el parque, el silencio del parque con un fondo lejano
de grillos, pájaros, niños, parejas. Crear un momento en que nos sintamos
confidenciales, soñadores y un poquito analíticos.
Quiero
reivindicar que no debemos utilizar la poesía en vano. La poesía es el
instrumento de precisión para investigar en lo otro, indagar en lo propio,
pensar el mundo, degustar la vida, experimentar con el lenguaje, soñar locuras,
sentir un repelús y transmitir lo más quebradizo y puro que encontremos en
nuestro mundo interior. Por eso, si a alguien le gusta este libro es como si le
gustara mi corazón.
El poemario
está concebido como un conjunto de epístolas, que funcionan como pequeñas
reflexiones de Agu Owosa (nombre de mujer africana, lo vulnerable, fuerza, luz,
calor, lo abigarrado, primario) dirigidas a Kormákr Ögmundarsen (poeta guerrero
islandés, lo frío, lo racioinal, lo minimal). Podría parecer un monólogo, pero
el último poema, que es la respuesta de Kormákr a Agu lo convierte en
diálogo. (De la presentación en Librería Jakintza. Ángela
Mallén).
(Pág. 17)
Viejo Kormákr
quiero
hacerme joven contigo
Como tú
siempre dices
hay que
soñar lo no soñado
y buscar
guardianes del alma
Amar no
siempre es conocer
También es
desconocer
También es
el misterio
Hoy he
cumplido veinte, ciento cuatro, treinta y dos
Recuerdo cuando tuve en mi mano una semilla
Era la fotografía de un movimiento acuático
y también era el gesto de un pequeño pez alado
Aquello parecía un principio
Quizás iba a ser mi identidad
Sólo quería alcanzar la conciencia de ser
la conciencia efímera de ser
el placer de la identidad
Luego vi un reflejo en la tiniebla adonde todo se
precipita
Era una línea evanescente como la estela de un avión en
el cielo de la tarde
Y seguí adelante
Te lo digo
en serio, Kormákr Ögmundarson
quiero hacerme joven contigo
-------------------------------------------------------------
LA NOCHE EN UNA FLOR DE BAOBAB
-Teorema de sombra y fuego blanco-
Ed. Andrómina. Córdoba 2009Colección Las Lobas91 páginasIlustraciones portada e interior: Melchor Zapata
Prólogo
de DIONISIA GARCÍA
Hace
años, en unas jornadas en torno a la poesía, oí por primera vez la voz de
Ángela Mallén. Sus palabras, su lenguaje, se impusieron en el silencio de la
sala. Experimenté al oírlas una especie de conmoción, como si el arte hubiera
detenido el tiempo y una singularidad imprevista llegara a nuestra percepción.
No logré olvidar después, los versos de aquella muchacha aparentemente frágil. Georges Bataille escribe, acerca de la
poesía: “No podemos prescindir de las relaciones eficaces que introducen las
palabras entre los hombres y las cosas. Pero las arrancamos de esas relaciones
en un delirio”. En la poesía de Mallén advertimos ese delirio en cuanto tiene
de pasión, mantenida con lucidez.
En
el recuerdo sus libros, entre ellos Palabra
de elefante que recoge versos admirables: “Sé de un barrio romano donde siempre es el alba”. Sus palabras son
capaces de evocar nuestras albas, nuestro sentimiento de luces primeras. O este
otro verso tan distinto: “Pero nunca
sabré de qué color me quieres…”.
Sin
olvidar el beneficio de lo anterior, estamos ante un nuevo libro, dedicado a la
madre fallecida recientemente. No ha podido encontrar la poeta título más
bello, La noche en una flor de baobab,
libro donde se mantiene lo más esencial de la poesía de Mallén. Sí se ha
producido un “vuelco”, en el mejor sentido, que beneficia la novedad. Quizá
estas aportaciones ya se anunciaban, de manera contenida, en su poesía. No es
atrevimiento afirmar que el universo poético de Ángela Mallén surge de la
inquietud del ser, que propicia una cosmovisión de largo aliento en el fluir de
las palabras. Una buena muestra es el hallazgo y desdoblamiento de nombres.
Mallén es Úrsula, Oliva, Isolda, Enmanuela… Desde esa pluralidad nos llega con
su dolor y ternura (“Con mis labios de
Oliva, yo te arrullo:/ déjame que te quiera como tú me enseñaste…”).
La noche en una flor
de baobab es un libro intenso, un libro
“dado”, verdadero por tanto. Sus páginas están estructuradas de manera
original. Las palabras hipótesis, premisa, proposición, axioma, silogismo,
tautología, y tantas otras, proponen el significado de los títulos, con datos
de noches y meses que al ser agrupados dan cuenta de las experiencias de un
tiempo.
La
riqueza del lenguaje es otra de las características del libro, que obliga al
lector a detenerse, a impregnarse de cuanto ha querido decir la autora,
albergada en la grieta del árbol baobab y dueña de su tronco poderoso, cuyas
raíces parecen sostener a todos los peregrinos posibles que, como Ángela, traen
su carga de verdad. La poeta eligió África para que la serenidad del verso
fluyera de la mente al corazón. En la paz del lugar pasó una larga noche con la
flor de baobab, y allí se elevó su “géiser” cálido para cantar la pérdida, que
también es alegría y memoria:
Mujer bajo un
sombrero. Ella es el origen.
De ella vengo.
Los
versos de Ángela son andariegos, transitan por la naturaleza, por el mundo de
la imagen con nuestro recordado Hitchcock. Sin olvidar la clasicidad y el mundo
nuevo (“Nadie me dijo nunca que el
corazón es afro”). Veamos que esta voz nuestra no cesa, y nos dice: “Lentamente maduran aceitunas homéricas”.
Con frecuencia nos regala una reflexión: “Los
árboles son lentos. No cometen errores”.
Sabiduría y hondura encontramos en este libro de Ángela Mallén, que ha sabido mirar con su “ojo verde fósil”. (Dionisia García)
-----------------------------------------
Cuando perdí
a mi madre sufrí una recaída en el pasado. Era como precipitarse por una
madriguera y llegar a la selva. Tuve que abrirme camino casi con machete entre
una vegetación de sentimientos y recuerdos. Y poco a poco me di cuenta de
que me encontraba en el África Salvaje, abrazada a mi madre y sabiendo que no
saldría de allí hasta no dar con un lugar donde dejarla a salvo.
Escribí
buscando un punto interior y, a la vez, en alto e iluminado. Un cápsula de
felicidad para ella, especie de gloria terrena, cerquita de mí. Así fue como,
tras muchas aventuras acompañada por Ángela, Pilar, Carolina, Julia, di con la
flor del baobab, el árbol con raíces en el cielo.
Escribí como
realizando un cómputo, un trabajo de cálculos con la memoria y la luz, buscando
el camino que sigue la savia: desde la tierra roja hasta la flor blanca.
Por eso en vez de un canto elegíaco tuve que hacer un teorema algebraico.
Mi madre me preguntó muchas veces: Niña, por qué te gusta la poesía. Y yo le contestaba: Yo qué sé. Casi todas las respuestas llegan impuntuales. La poesía, le diría ahora, me gusta porque permite expresar la emoción con sobriedad; la exuberancia de los sentimientos, con contención; el desgarro, con belleza. Me gusta porque, al igual que la música, tiende un puente de cristal entre la mente y el corazón. Me gusta porque sólo ellas, la poesía y la música, buscan la fuerza de la debilidad, la melancolía del júbilo y el ímpetu de la tristeza.
Mi madre era
extraña, dulce y seca como una granada andaluza, como la tierra madre, como los
parajes inexplorados. Tenía el alma blanca, el pensamiento barroco y el corazón
africano. Pero esto no lo supe hasta que se me murió. Las claves se
me dieron conocer en una transfusión inexplicable después de perderla. El
alma se rige por el principio de Arquímedes y se mide por el peso que desaloja,
por el hueco que deja cuando la persona se va.
La ausencia
eterna aturde. Si ya no se entiende la vida, ¿cómo vamos a entender la muerte?
Presentar este libro es lo más difícil que he hecho en mi vida. Desearía que su
lectura fuera una ceremonia in memoriam, aunque mirando a los ojos a mi madre.
Una lectura susurrada y declamada, para compartir una profunda emoción desde
los enigmáticos significados de la razón. (De la presentación en Casa
del Cordón. Ángela Mallén)
(Postulado Sexto)
Tu alma es la ciudad lejana.Llueve friamente.Fernando Pessoa
-No es el mismo llorar el del anhelo-.
Hay un llanto tan frío como el llover
sobre un tren que percute metálica distancia,
sobre un río que se pierde en el fondo del mar,
sobre huellas de los aparecidos.
No es berrinche de celos, de rabia o ambición.
Es llorar en el hombro de un arcángel nevado.
Llorar copos que flotan un momento
y caen como la pluma de un pájaro en Lisboa.