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AAE. Vitoria, 2014 |
Actos, sucesos, casos.
Una ráfaga de bolas fortuitas. Las
vemos caer. Fallan. Atinan. Hieren. Las pisamos y explotan como minas antipersonales
de sinsentido. Saltan astillas. Alguien lame sus heridas. Recopilamos fragmentos que desencadenan hipótesis.
Imaginamos historias acerca de una realidad inestable y bélica, cuentos de
soldados inocentes y atónitos.
Penetrante y recia,
la realidad nos acribilla en la calle.
Bolas para los transeúntes que corren de una trinchera a otra, de un árbol a
otro árbol, de semáforo en semáforo. Peligrosa,
seductiva, hipnótica, ajena a las emociones que provoca su cliqueo.
Fugaces, volátiles,
bolas de fantasía anidan en el núcleo
de una conjetura; pesan en la obscuridad de una alcantarilla, caen en el borde
de un número primo, oscilan en la estrategia de un perturbado, centellean en el
fondo de un escaparate.
Bolas de
papel de plata caen sobre la ciudad.
Munición de
realidad. Perdigones de quimera. Son para disparar. Para jugar. Para guardar. O
para luego.