De vez en cuando menguo. ¿Eso es posible?, se pregunta cualquiera mirándome de arriba abajo. "Posible" es una mala palabra, porque da pie y una no sabe nunca a qué da pie la palabra "posible". (Esa puerta trasera. Esa gatera. "Posible"). Menguo y menguo hasta más no poder. Un ratón es mayor que yo. Una pulga incluso. No sabría explicarlo, si alguien quisiera preguntármelo. Pero cuando me falta un tris para desaparecer, o quizás después de desaparecer, alguien agita ante mí un cristalito, un espejito. Y de la nada, de dentro de la nada, emerge mi reflejo. ¿Qué hago yo aquí? Esta es otra pregunta peligrosa, sin embargo me la formulo porque me envalentono por haber renacido. El peligro estimula para enfrentarse al jardín de senderos que se bifurcan. Los ojos se abren como por primera vez y todo comienza de nuevo. Gracias a Luis Arturo Hernández.