viernes, 15 de agosto de 2014

la BodA deL tiEmpo iNsulaR


El 26 de julio se celebró una boda en la isla donde los hechos ocurren una hora antes y todo dura una hora más. Por eso los invitados tuvieron que tomar un enorme barco en el que cuando se llega a tierra todavía es una hora menos y todo el mundo recibe sesenta minutos regalados. Se dice que ese tiempo lo pesca el gran barco justo en el brazo de mar que separa la tierra conocida de la isla mágica. Nadie sabe cómo lo hace ni a qué prodigioso procedimiento recurre. Lo que sí es sabido es que lo encuentra bamboleándose plácidamente en un sedativo rumor amortiguado de motores.
Como es natural, el tiempo que entrega el barco deberá devolverlo el viajero en el crucero de vuelta. Aunque bien es cierto que sólo reclama el tiempo externo cuantificable y no el interiorizado. Porque el tiempo interno –dice el gran barco- se vuelve íntimo e imperecedero.
Todo lo cual tiene la siguiente lectura:
Los novios se casaron en un tiempo insular elaborado en el fondo del océano. Lo entretejen las sirenas de cabellos ondulados como las olas (cuyos cantos sólo pueden entenderse debajo del agua), los delfines del Atlántico y los peces que se iluminan a la caída de la tarde. Posiblemente sea ese el mejor tiempo de todos. Tiempo mágico y azul. Profundo y esplendorosamente habitado.  
Y dicen que vivirán unidos y felices quienes en el tiempo insular celebran su matrimonio con júbilo y amor.
Así sea.