ÁNGELA MALLÉN: MOTEL MILLA NOVENTA
Por Rosa Lentini
Este libro es el relato no de un
encuentro sino de una ruptura, o mejor, de una despedida cuando la ruptura ya
se ha dado, cómo lo viven sus dos personajes Xenia (en griego hospitalidad) y
Nostos (la palabra griega para viaje, partida, pero sobre todo retorno.
Nóstos, además, es la raíz de nostalgia), esto es la mujer que se queda en
tierra y el camionero que parte, que no son sino personajes provenientes de La
Odisea, Ulises y Calipso. No sé hasta qué punto Ángela es consciente de lo que
ha hecho con su libro, pero su Calipso no solo me recuerda, sino que me lleva,
directamente, a Helena en Egipto de la norteamericana Hilda Doolittle,
del que se ha dicho que es la versión “femenina” de los Cantos de Pound,
aunque el libro de HD fuera escrito y publicado antes. En él se explica la
versión de una Helena de Troya no como causante de la guerra sino como peón de
una guerra entre hombres. Por primera vez se trata de un libro completo
revisando un mito masculino desde el punto de vista de una mujer.
Motel milla noventa (El
Desvelo ediciones, Santander, 2024) también me remite a otro libro de la
canadiense Margaret Atwood, me refiero a Los diarios de Susanna Moodie,
libro que leen los niños en la escuela de una famosa pionera canadiense, otro
mito, este más moderno, de cómo la soledad y la extranjería de una mujer
emigrante van haciendo mella en su personalidad.
Ambos libros nos hablan de dos
mujeres solas enfrentadas a su destino, la una como supuesta generadora de la
guerra de Troya, la otra en la aparente integración en un nuevo mundo a una
comunidad de la que no se siente partícipe.
Otro ejemplo más contemporáneo
serían los poemas sobre la diosa del inframundo Perséfone y especialmente la
suite lírica de Fedra, de la catalana Rosa Leveroni, el mito de una Fedra
raptada por Teseo tras abandonar a su hermana Ariadna, que fue la que lo sacó
del laberinto de Minotauro.
Así Ángela, se inscribe dentro
de la modernidad, entre las demarcaciones de la poesía moderna escrita por
mujeres, en la que los mitos clásicos son revisados desde una nueva óptica de
mujer, en este caso el mito de Calipso, una mujer joven, casi una adolescente,
que encuentra a Odiseo medio moribundo en la playa de Ogigia. Y aunque Ulises
vivirá con la diosa muchos más años que con su propia mujer Penélope, algunos
dicen que es la verdadera esposa del viajero impenitente, la abandonará no por
una desatención o deslealtad de ella, sino por una necesidad de él de
reconquistar lo que era suyo y tenía por asegurado, es decir por honor o
simplemente por hábito. En Motel milla noventa es lo segundo, porque el
viaje para Nostos es el único amor al que le es verdaderamente fiel. El libro
podría llamarse también LAMENTO DE CALIPSO, en una de sus partes, el llanto de
una mujer abandonada que se sobrepone, recordemos que el libro se compone de
dos partes, anverso y reverso del libro.
Repeticiones, imágenes oníricas,
musicalidad, son algunos de los méritos del libro, pero igualmente riqueza de
vocabulario, capacidad escénica, sinceridad gracias al uso de la máscara
poética, partición de la frase, incluso el poema en prosa. Así como de algo más
difícil, capacidad de relacionar imágenes, de concatenarlas en su derivación y
causalidad y no tanto en su contigüidad. En todo momento hay un propósito y no
un dejarse ir de la frase. Y hay una integración de las imágenes con elementos
modernos que es uno de los elementos más arduos en poesía. Nos dice la poeta
“tuitear un verso perfecto” y podría quedarse ahí, pero continúa “hay tanta
belleza en la brevedad”, construyendo así una pequeña poética. Ángela usa la
misma cualidad que decían que tenía Picasso con las formas, la de ser una
esponja, en este caso, del lenguaje.
En cuanto a la capacidad de
atrapar mundos se parece a la poeta judía Gertrude Kolmar, la prima del
filósofo Walter Benjamin, una mujer joven que no conoce más mundo que el de su
tierra y por tanto se ve atrapada por la imaginación creativa de otros mundos y
países, así como Calipso se ve atrapada en el amor del viajero, en este caso,
de un camionero, colocando el mito clásico en una realidad temporal de hoy, de
ahí que se titule Motel milla noventa, ese alto en el camino de
Nostos/Odiseo, el camionero que tras descansar unos días retoma su camino de
vuelta a casa.
¿Qué destacaría yo ante todo del
libro? La capacidad de la poeta de describir una intensidad amorosa, más que
erótica, y con palabras y referencias de la modernidad que salen a flote donde
otro poeta más avezado fracasaría, Ángela lo consigue con su juego de
antagonismos, de contrastes, decir aquello y su opuesto, como una forma de
resaltar la vida en su contradicción, un juego de palabras que encuentran su
lugar preciso “llevo colgada al cuello la ventana de esperarte” nos dice
Xenia/Calipso, o “la mañana ha encendido su lámpara de led”, un libro, por lo
demás, lleno de pequeñas poéticas, que lo hacen precioso para los ya iniciados
“Trato de hablar de las cosas que se mueven bajo la lluvia de toda la vida”.
Ángela también es poseedora del
mundo alucinado de las dos Alicias (la de En el país de las maravillas y
la de A través del espejo) “Soy la oruga fumona de la dársena” dice.
Aunque Calipso se va desdibujando entre la ciudad
y el puerto, salta finalmente del barco que la alejaba de su costa para volver
a casa, o lo que es lo mismo, para volver a sí misma.
Si Xenia es el sentimiento,
Nostos es el relato de las luces y las sombras de un hombre frágil muy parecido
al duque de Mantua de Rigoletto, imágenes rápidas, fílmicas, de posadas,
moteles y carreteras, es el relato de un corazón cambiante y por tanto volátil.
Para acabar destacaría, en un poema que me dedica y que habla acerca de la verdad en poesía y de su cercanía con lo real, lo que dice la poeta de ello: “No hay palabra que valga si no ensarta la estrella que nadie nombra y el barco que nadie espera”, esta es la grandeza de escribir, escribir no lo que el lector espera escuchar, sino lo que no sabe todavía que necesita escuchar.
Hago extensivo mi agradecimiento al maravilloso público que llenó la sala y al equipo de Babel, tan afable, profesional y comprometido.