viernes, 3 de noviembre de 2017

MiRaR

Amadeo Modigliani. Retrato de Jeanne Hébuterne

Miro detrás de mí
donde escondo lo que no quiero ver
Allí miro cuando ya nada importa
Si duele o no duele
Que me avergüence
Que sea pecado
Miro porque un día imprevisto
se acaba el juego y empieza la verdad
La verdad que está detrás de ti
y sólo puedes verla dentro de ti
Ese día miro en silencio
Sola como nunca
Valiente como nunca
Ensimismada
Y lo que veo me hace sonreir

con tristeza, ironía y ternura

Entre LLuVias

Imagen “Océano azul”: SBO
Texto: ángela mallén
Cuando llueve muy fuerte, los árboles se arrebujan y las vacas se quedan mirando al suelo debajo de los árboles. Las leyes del campo no varían, aunque lo parta en dos una autopista atestada de coches con gente dentro escuchando la prospección atmosférica en un programa de radio en carretera o la música que se descargaron de internet. Son dos realidades paralelas: el mundo detenido que aguanta la casuística de los tiempos, y el mundo del tránsito en su precario presente físico. Pareciera que el primero hubiese de conocer la experiencia de lo imperecedero, en tanto que el segundo desaparecerá en un efímero instante cósmico. Pero las cosas no son lo que parece; la vaca volverá al prado cuando escampe y rumiará la hierba con sus parsimoniosos y fuertes maxilares. Los árboles perderán las hojas para recuperarlas en primavera y se llenarán entonces de lunares dulces. En cambio, los vehículos arribarán a sus cocheras y anidarán sus tripulantes en una cotidianidad que produce un efecto de inerte vida eterna.

Nada es lo que parece. Y el caso es que todo oscila, cuelga, se mueve de un modo u otro, de un mundo a otro mundo. Entre una lluvia y otra lluvia.