miércoles, 9 de mayo de 2018

FUrGÓn MeRCeDeS SPRInTeR


En aquel poblado de paja y desierto, donde sólo sucedía el amanecer ocre de la arena, nadie comía hasta saciarse ni gastaba saliva en palabras. Los ancianos se sentaban en el suelo y esperaban a morirse como cepas de baobab; las mujeres agotaban su fuerza machacando raíces; los niños reían con ojos tristes y jugaban con niños fantasmas. A los hombres del poblado se los había llevado el siroco. Nadie sabía traer un futuro...

(De Bolas de Papel de Plata, A. Mallén 2014)